Las
raíces de los cultivos y el Rizotrón
A pesar de los grandes avances que se han realizado en el conocimiento
del comportamiento de la parte aérea de las plantas, se ha determinado que el
mejoramiento de su potencial productivo requiere del manejo integral de
diferentes factores que afectan el funcionamiento de las raíces, tales como: el
riego, el tipo de raíces, crecimiento anual de ellas, daño por nemátodos,
condición física y química del suelo, etc.; convirtiéndose la observación
permanente de calicatas, en una de las herramientas claves en el éxito
productivo.
Sin embargo, esta actividad presenta varias desventajas para el
productor, cuya aplicabilidad, basado en el conocimiento práctico, la hace muy
compleja.
El sistema radicular es una estructura fundamental para la vida y
productividad de los cultivos. Se debe decir que las raíces son un verdadero
motor que cumple múltiples funciones necesarias de conocer y potenciar en
beneficio de su crecimiento y de su productividad.
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En primer lugar, las raíces cumplen
una función de anclaje de la planta en el sustrato en el cual viven, se trate
de suelo o, directamente, de un sustrato.
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En segundo lugar, son responsables de
la absorción de agua desde el suelo (uso consuntivo del agua).
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También tienen la compleja misión de
tomar los nutrientes desde la solución del suelo, siendo por lejos el órgano
mejor preparado para este objetivo en comparación con las hojas o,
eventualmente, con los frutos.
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Paralelamente en la raíz se
sintetizan numerosos compuestos esenciales para la vida y productividad
de la planta, entre ellas los aminoácidos y proteínas a partir de la absorción
del nitrógeno y su encuentro con los esqueletos carbonatados que provienen de
la fotosíntesis; también fitohormonas, principalmente citoquininas y
giberelinas; ácido abscísico y precursores del etileno.
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Conjuntamente, en la raíz se produce
la transformación de compuestos, como por ejemplo, el nitrato en amonio y los
azucares en ácidos orgánicos.
La raíz tiene una potente relación y dependencia mutua con el sistema
“aéreo”, con el follaje, las ramas, las flores y los frutos. Podemos decir, sin
duda, que si el follaje y la fruta están bien, la raíz está bien y viceversa.
El follaje le aporta a la raíz azúcares para sus procesos metabólicos
(demanda de energía), como también esqueletos carbonatados para la formación de
aminoácidos y un grupo de hormonas muy importantes para el crecimiento de las
raíces: las auxinas (ácido indol butírico y ácido indol ascético). El sistema
radicular, por su parte, le envía nutrientes, agua y también hormonas de
crecimiento (citoquininas y giberelinas), para las hojas, las ramillas,
las flores y, especialmente, para el crecimiento de los frutos. Hay una
sinergia intensa y productiva para las dos partes y, muy particularmente, para
la parte aérea, donde nacen, crecen y maduran los frutos.
Qué pasa en situaciones de exceso de riego o
presencia de freática cercana.
Situaciones de saturación hídrica o de estrés hídrico, pueden gatillar
señales hormonales a la parte aérea. En situaciones de saturación esporádica
por exceso de riego, con subsuelo compactado, se crean áreas con anoxia, muerte
celular y pudrición de raíces, por lo que el sistema radicular envía señales
A.B.A. (ácido abcísico), que inhiben a la citoquinina y producen un menor
ingreso de solutos osmóticos al fruto, provocando por tanto una alta incidencia
de fruta débil. Por otra parte, también provocan cierre estomático, una menor
síntesis de terminales carbonados y una mayor susceptibilidad a excesos de NH4+
y putrescina, lo que por su parte también provoca una alta incidencia de fruta
débil. El A.B.A. además aumentará el etileno, lo que incidirá en bayas blandas
y provocará destrucción de clorofila. Lo mismo puede ocurrir en situaciones en
que parte del sistema radicular recibe suficiente humedad, en tanto que otra
parte del mismo se mantiene seca.
El entendimiento de todo lo anterior es la base para el trabajo que se
debe hacer con el sistema radicular en todo cultivo destinado a una producción
eficiente. Si un cultivo dado tuviera un sistema radicular mucho menos agresivo
que otras especies frutales, menos resistente a las sales, a la saturación de
humedad, a las plagas y a las enfermedades y a la baja fertilidad, se debería
diagnosticar y preparar muy bien las condiciones de suelo o sustrato en que se
desarrollará, como también conocer la calidad del agua con que se regará, a
través del análisis de salinidad de la misma y, obviamente, tener muy clara la
calidad de la raíz en una planta nueva antes de establecerla en forma definitiva.
Son numerosos los cultivos que han fracasado por problemas en sus
raíces. Unos por enrollamiento en el sistema primario no detectado que, a
veces, queda encubierto por las raíces secundarias y terciarias, las cuales
suelen verse bien, pero esconden un grave problema que, finalmente, se traduce
en sistemas vasculares colapsados, estrangulados y que no permiten el paso de
nutrientes ni de compuestos orgánicos ni de agua. Otros porque los suelos o
sustrato elegidos eran muy arcillosos para esta especie, pesados, con falta de
macroporos o sencillamente compactados, y el sistema radicular quedó confinado
a un pequeño volumen inicial de suelo. Un tercer grupo de cultivos se ha
perdido o están retrasados por exceso de riego que sobresatura el sistema radicular,
generando asfixia, baja tasa de renovación de raicillas, generación de ácido
abscísico y mortalidad de raíces. En muchos de estos casos, el proceso deriva
en plantas chicas, con clorosis férrica, con serios problemas de crecimiento y
productividad y, finalmente, se transforman en cultivos antieconómicos
Junto con el diagnóstico directo de la raíz antes de plantar y del
reconocimiento directo vía calicatas en cultivos ya establecidos, existe una
técnica sencilla y práctica que se utiliza hace muchos años en frutales mayores
e incluso en hortalizas y semilleros y en esta oportunidad, en el cultivo de
cacao: El rizotón.
EL RIZOTRÓN, O CÁMARA DE OBSERVACIÓN DE
RAÍCES, es una verdadera vitrina estable en el tiempo en un punto fijo, que
se establece en el cultivo para observar el crecimiento de las raíces,
observando la profundidad de las mismas, para controlar la profundidad de
riego, para desarrollar curvas de crecimiento de las raíces durante el ciclo
del cultivo y determinar los flujos radiculares y relacionarlos con los flujos
de crecimiento del follaje. Las calicatas son una gran herramienta de monitoreo
del riego, de las raíces y del suelo, pero el rizotrón se transforma en una
herramienta complementaria de gran utilidad para observar y registrar la evolución
de un sistema radicular en el tiempo, en un punto determinado y fijo.
Los rizotrones nacieron como técnica en Australia, hace más de treinta
años. Se han extendido a numerosos países.
Figura 01. Construcción de rizotón ,
parcela de cacao bajo fertirriego, en Shatoja, El Dorado, San Martin.
Descripción del rizotrón
El rizotrón o cámara de observación de raíces, es una caja de madera de
pino, protegida con aceite quemado, donde la base es el suelo y una o dos de
las caras son de vidrio para observar las raíces. Se construye a partir de una
excavación cúbica en el suelo, ubicado en el sector lateral de las plantas,
pudiéndose posicionar también entre dos plantas en el camellón, como también en
el pasillo frente a un par de plantas. La primera opción es más adecuada para
evitar estorbar el paso de la maquinaria por los pasillos, pero ambas opciones
son utilizadas con éxito. El espacio de la excavación debe ser suficiente para
que una persona de tamaño normal quepa dentro, para lograr estar “de frente” a
las raíces, las pueda observar y cuantificar tranquilamente.
Figura 02. Construcción de rizotón en
parcela de cacao, distrito de Shatoja, El dorado, San Martín.
No se considera el primer año con mediciones, porque se supone que el
corte de raíces realizado al excavar el suelo generará una proliferación de
raíces más abundante que en condiciones normales. El vidrio debe quedar a unos
40 a 50 cm del eje de las plantas. Al hacer la excavación se debe sacar las
capas del suelo en orden de acuerdo con los horizontes naturales del suelo,
porque luego deben ser colocadas en el mismo orden.
Figura
03. El rizotón construido a 0,5 metros de la planta.
Para evitar la entrada de luz, el vidrio se debe mantener
permanentemente cubierto con un paño negro, una capa tipo cortina corrediza,
que sólo se abre cuando se observan y cuantifican las raíces. La entrada a la
cámara debe hacerse por el techo del cubo, a través de una puerta desplegable,
que opera con sus respectivas bisagras y que permite abrirla y cerrarla sin
problemas y que actúa también como techo de la cámara. En ocasiones, en zonas
muy lluviosas, se usa una lámina de zinc en este techo, de dos aguas para
evitar el excesivo mojamiento de la madera. Interiormente se aconseja
establecer un banquillo de observación que permita al encargado sentarse
cómodamente y realizar su trabajo frente a las raíces. También es aconsejable
mantener la puerta con un candado para evitar aperturas indebidas del rizotrón.
Junto a lo anterior es recomendable asear la cámara una vez al mes, dado que
suelen afincarse arañas, roedores, pequeños batracios, etc.
Finalmente, es recomendable tener certeza que el lugar donde se coloque
la cámara de observación no sufra de elevación de napas freáticas invernales,
lo cual deteriora mucho el rizotrón. Bien construido y bien mantenido, el
rizotrón puede mantenerse por años en un campo. El procedimiento de medición de
los ciclos radiculares para determinar los flujos con precisión basta con
hacerlo desde la 2ª a la 4ª temporada, es decir, durante 3
temporadas.
Figura 04. Crecimiento de raíces luego de 16
semanas de instalación del rizotón.
Observación y registro de los flujos radiculares en
un rizotrón
La mejor forma para establecer una curva de crecimiento de raíces de un
cultivo dado es a través del conteo de las intersecciones de las raíces sobre
el sistema de enmallado realizado con el lápiz indeleble. Sobre el vidrio de
observación se realiza una malla de líneas horizontales y verticales con un
lápiz indeleble, separadas entre 2,5 hasta 5 cm entre ellas y cada raíz nueva
que cruce alguna de estas líneas será registrada semanalmente con un lápiz de
color no permanente. Mientras menos intensa es la tasa de crecimiento de las
raíces de una especie, menor debe ser la distancia entre estos ejes, para
registrar con más detalle el proceso. En los períodos de bajo
crecimiento, el número de contactos de las raíces con los ejes son bajos y
éstos aumentan poco a poco hasta llegar a un número muy alto en los picos de
crecimiento. Con los datos semanales o quincenales, se va formando una curva de
crecimiento de raíces para el lugar y la variedad elegida, que se debe repetir
al menos por tres temporadas para que sea información confiable. Hay predios en
que se coloca un rizotrón por variedad y las mediciones se realizan en forma
semanal o quincenal, principalmente, entre primavera y otoño. Esto permite
conocer las curvas de desarrollo de raíces en distintas variedades, las cuales
generalmente presentan diferencias. Hay variedades de un mismo cultivo cuyas raíces
crecen a temperaturas más bajas que las de otras variedades. A veces es posible
ver actividad radicular a partir de los 5 a 7°C. Los frutales mayores
normalmente muestran actividad a partir de los 10°C, llegando a su óptimo
entre 15 y 25°C. El crecimiento de las raíces es función directa de la
temperatura del suelo.
Para complementar las mediciones de crecimiento de raíces, en las mismas fechas de cuantificación de éstas, también se realizan mediciones de crecimiento de brotes previamente marcados, lográndose finalmente una curva de crecimiento de raíces, medida en número de contactos semanales, junto con una curva de crecimiento de brotes, medida en centímetros. En el registro del número de contactos de las raíces se debe usar lápices de distintos colores semana a semana. Las marcas de contacto de cada semana o quincena se deben dejar para diferenciarlas de la medición siguiente.
Para complementar las mediciones de crecimiento de raíces, en las mismas fechas de cuantificación de éstas, también se realizan mediciones de crecimiento de brotes previamente marcados, lográndose finalmente una curva de crecimiento de raíces, medida en número de contactos semanales, junto con una curva de crecimiento de brotes, medida en centímetros. En el registro del número de contactos de las raíces se debe usar lápices de distintos colores semana a semana. Las marcas de contacto de cada semana o quincena se deben dejar para diferenciarlas de la medición siguiente.
Figura
05. Medición en escalas de colores de las raíces.
Por: Ing.
Agrom. James Freddy Tuanama Valera
muchas gracias muy Útil información.
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